domingo, 28 de octubre de 2012

Invento del celular

El hombre que inventó el teléfono celular


Martin Cooper puede no ser un nombre famoso, pero su invento es conocido por más de la mitad de la población mundial que cuenta con un teléfono celular.
El concepto de un teléfono de mano estaba en su cerebro cuando era niño y, con la ayuda de un equipo de Motorola, el primer auricular de telefonía móvil nació en 1973. Pesaba más de dos kilos.
Cuando, parado en una calle de Nueva York, realizó su primera llamada telefónica desde un prototipo de celular, no podría haber sido capaz de concebir el éxito que alcanzaría su invento.
Hoy en día la industria de telecomunicaciones móviles se ha extendido a lo largo de todo el globo, desarrollando una gran colección de tecnologías para celulares.

Cooper, de 81 años, le contó al programa de tecnología Click de la BBC que producir el primer celular Motorola costó el equivalente a un millón de dólares actuales.
"Tuvimos prácticamente que cerrar todas las actividades de ingeniería y poner a toda nuestra compañía a trabajar en el teléfono y la infraestructura para hacer que funcionase", explicó el estadounidense.
"Incluso en 1983, un celular costaba unos US$4.000, lo que sería el equivalente a más de US$6.500 en nuestros días".

Cooper indicó que su equipo se encontró con el desafío de apiñar miles de partes en un teléfono pequeño por primera vez. "Los diseñadores industriales hicieron un gran trabajo, pero una vez que los ingenieros habían producido el primer celular, teníamos un dispositivo de más de un kilo y medio".
"Una parte muy sustancial del primer teléfono era la batería, que pesaba cuatro o cinco veces la de un celular actual", continuó.
"La vida de la batería era de 20 minutos, pero entonces eso no era un gran problema porque no podías sostener el teléfono durante tanto tiempo", afirmó.
Una vez que se comenzaron a producir los celulares, el principal obstáculo fue adaptar la pequeña infraestructura para realizar llamadas móviles que entonces se utilizaba en teléfonos en coches.
"El gran desafío era crear una red que entonces sólo necesitaba tres megahercios de espectro, el equivalente al que usaban cinco canales de televisión para emitir en todo el mundo", indicó Cooper.

Cooper y su equipo soñaban con el día en que cada uno podría tener su celular.
"De hecho, bromeábamos diciendo que en el futuro cuando alguien naciera se le asignaría un número de celular y, si no contestabas, estabas muerto".
"No teníamos ni idea de que tan solo 35 años después, más de la mitad de las personas de la Tierra tendrían un celular y que se regalarían teléfonos a cambio de casi nada".
Los auriculares de mano fueron producidos originalmente para ayudar a los doctores y a los enfermeros a mejorar sus comunicaciones.
"Esperábamos que los teléfonos pudieran traer libertad y más seguridad a sus usuarios, pero las implicaciones sociales que tendrían era algo que se nos escapaba hace algo más de cuatro décadas", declaró.
"Entonces no teníamos ni idea que cosas como Facebook o Twitter, y todos esos conceptos, ocurrirían", afirmó.
Una nueva generación de los llamados teléfonos inteligentes han revolucionado la industria de los celulares y ha cambiado completamente la forma en que las personas utilizan la telefonía.

La tecnología en los auriculares ha sufrido un cambio de enfoque, para incluir funciones como convertirse en una radio o televisión portátil, un navegador de internet o una cámara, entre otras cosas.
Al condensar tantas tecnologías en un solo aparato, Cooper piensa que los operadores y fabricantes de telefonía móvil han convertido el celular en "una monstruosidad".

"El libro de instrucciones es más grande y más pesado que el propio aparato. La buena tecnología es intuitiva, pero los celulares actuales te obligan a convertirte en un ingeniero para llegar a entenderlos".
Sin embargo, todavía disfruta probando las nuevas tecnologías de los teléfonos inteligentes porque quiere ser capaz de entender las inovaciones que están ocurriendo en el mercado de la telefonía.
Mientras la tecnología de los celulares alcanza la cuarta generación, con nuevas aplicaciones por descubrir, el inventor del aparato dice que "el futuro de la telefonía celular será mejorar la vida de las personas. Lo más importante, en mi opinión, será la oportunidad de revolucionar el sector de la salud", añadió.
Cooper aportó su visión futurista: "El celular a largo plazo será algo que vendrá incrustado bajo nuestra piel, bajo la oreja, junto a un computador muy poderoso que es, en realidad, tu esclavo".

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viernes, 26 de octubre de 2012

EL INVENTO DEL TRAPEADOR


Hace cincuenta años la única forma de limpiar el suelo era de rodillas y paño en mano. La invención del trapeador en 1956 fue una revolución que levantó del suelo a toda una generación.
La idea comenzó a rondar en la mente de un español de la ciudad de Zaragoza, de 42 años, cuyo nombre es Emilio Bellvis Montesa que trabajaba en la base aérea de Valenzuela como responsable de los talleres de reparación y mantenimiento de aviones. Era en el año 1956 que conoce a su socio, Manuel Jalón, con quien llevaría a la realidad la patente del trapeador.
Un curso de aviación en Estados Unidos lleva al capitán Jalón a conocer una nueva forma de limpiar los suelos. Los norteamericanos usaban un cubo con rodillos y una especie de trapeador plano. Piensa que esta idea se puede perfeccionar y establece un vínculo profesional con Emilio Bellvis, quien disponía de una tienda de refacciones de automóviles en Zaragoza .
La trastienda del establecimiento fue local de ensayo del nuevo invento. Allí aprovechan los tornos y bancos de trabajo para fabricar los primeros equipos. Entonces fundan Rodex, la empresa que comercializa el trapeador y que debe su nombre al cubo de rodillos.


Sin embargo, los primeros ejemplares de este invento no fueron los que se conocen hoy día. Algo fallaba con los primeros ensayos, ya que al ser un trapeador plano, los flecos se rompían y los muelles de los rodillos no eran eficaces.
Una noche, Bellvis se despertó sobresaltado con la solución. Se trataba de un embudo troncocónico con resaltes y perforaciones en su superficie, estrecho por debajo y ancho por arriba, y el mecanismo de escurrido mediante retorcido con escoba redonda.
El invento totalmente perfeccionado se presentó en el Registro de la Propiedad Industrial en 1958 bajo el nombre de “nuevo exprimidor de escoba para limpiar suelos”. Rodex se había convertido en sociedad anónima ante la perspectiva de trabajo. Y Bellvis presentó su patente a la empresa para la fabricación en masa de los nuevos limpiasuelos, muy similares a los actuales.
La primera referencia de la prensa de la época sobre el nuevo utensilio de limpieza provienen del extinto periódico “YA” de Madrid en un artículo del 15 de junio de 1958. En éste, el periodista explica que en la Muestra Internacional de Barcelona “se ha presentado una escoba ultramoderna para ser usada por toda la familia –ahora que las tradicionales chachas están en vías de extinción y que los hombres también podríamos utilizar sin avergonzarnos”.

La fabricación de trapeadores ha evolucionado en materiales y formas más sofisticadas, si bien nunca ha perdido su espíritu original. La investigación para la mejora en la higiene y limpieza de los usuarios salvó la empresa textil de una familia de Mataró (Barcelona, España), que hace dos años ideó un nuevo trapeador, más absorbente y duradero gracias a la aplicación de las microfibras de poliéster.
Según Raúl Lianes, uno de los propietarios de MDH Cali, nombre de la empresa, la novedad del nuevo trapeador se encuentra en la materia prima. “Generalmente, los trapeadores están hechos de algodón o de otros tejidos, en cambio el nuestro está hecho de tiras de microfibra de poliéster trenzadas, un producto que cuadriplica la capacidad de absorción de un trapeador común y multiplica por diez o doce su duración”, asevera.
El desarrollo de este particular “electrodoméstico”, ha llevado a curiosos inventores a experimentar con variantes del utensilio. No en vano, el inventor español Jesús Barberá logró en 1994 un premio internacional por la creación de un escurridor automático para trapeadores, denominado “Fregola”.
La “Fregola” fue premiada con la Medalla de Oro en el Salón Mundial de la Invención, y está inducida por un motor electrónico para mopas de fregonas tradicionales. Cuenta con dos versiones: doméstica e industrial.
El mayor interés de su inventor radicaba en evitar luxaciones de muñeca y trastornos en la columna vertebral. Algo que, pasados cincuenta años, ha ido disminuyendo merced a las ávidas mentes que hacen de la limpieza cotidiana de los hogares una labor cada vez menos compleja.

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